En Alcázar de San Juan, un restaurante destaca por su personalidad, su historia y su cocina con identidad propia: La Llorona. Detrás del proyecto se encuentra Elizabeth Badilla, una costarricense de 34 años con amplia trayectoria en el mundo de la gastronomía. Desde los 17 años trabaja en cocina y, tras formarse profesionalmente, decidió trasladar su pasión a España.
La idea original era abrir un restaurante costarricense. “Es mi tierra y es lo que me gusta”, explica Elizabeth. Sin embargo, pronto comprendió que en España la cocina tica no es tan conocida. Aprovechando que cursó una maestría en gastronomía en Durango, México, durante dos años, y que domina la cocina mexicana en profundidad, decidió apostar por una propuesta más reconocible para el público local. “La gente aquí prefiere la comida mexicana por nombre”, afirma.
Un proyecto personal y valiente
La elección de Alcázar de San Juan no es casual. Elizabeth se enamora del pueblo tras visitarlo durante sus fiestas, al conocer a su pareja, Josué Castellanos. “Vi que, aunque es un pueblo, no es tan pequeño, y es el centro de todo en la zona”, dice. Desde bancos hasta hospitales, todo pasa por Alcázar. Por eso, cuando buscan un local, saben que tiene potencial. Sin embargo, el espacio que eligen está completamente vacío y deteriorado. “No tenía nada: ni pintura, ni techos, ni extractor de humos. Era una inversión muy fuerte”, recuerda.
Aunque al principio se plantean otras opciones, acaban volviendo al primer local. “Las demás no cuajaban. Este fue el que terminó dándonos la oportunidad”, afirma. El restaurante se inaugura el 31 de octubre de 2024 y desde entonces no ha parado de crecer, pese a los retos. “Triplicamos el presupuesto inicial. Abrimos bajo responsabilidad civil porque no podía seguir esperando la licencia definitiva. A día de hoy aún no ha salido”, afirma.
En el inicio, Elizabeth trabaja prácticamente sola y tras varios meses, pide a su marido que renuncie a su trabajo y se sume al proyecto. Hoy, La Llorona es un negocio llevado por ambos.
El alma de La Llorona
El nombre del restaurante tiene un trasfondo poderoso. Elizabeth se inspira en Chavela Vargas, cantante costarricense que tuvo que huir a México por su orientación sexual. “Fue una inspiración. En una entrevista le preguntaron si era mexicana y ella respondió: ‘Los mexicanos nacemos donde nos da la gana’”, recuerda. Esa historia de identidad, resiliencia y sentimiento profundo está muy presente en la esencia del local.
El restaurante tiene una carta mexicana, pero con “platillos colados” de Costa Rica, como el ceviche, su plato favorito, que define como “refrescante, distinto al peruano, y muy similar al que comemos en casa”. Otro de los platos que guarda un significado especial es la Hamburguesa La Llorona, elaborada con carne de wagyu, cebolla caramelizada y un toque picante. “Quería una hamburguesa que llorara, que impresionara, y representa muy bien quiénes somos”, afirma.
Una cocina pensada para todos
Uno de los objetivos de Elizabeth es que cualquier persona pueda disfrutar de su cocina. “Hay quien dice que 60 euros para dos personas es caro, pero no todos se pueden permitir 100 euros para comer fuera. Yo hice un estudio de precios de restaurantes en Madrid, y estamos un 40% por debajo”, explica. Para ella, lo importante no es atraer con precios bajos, sino con honestidad y accesibilidad. “Pensé la carta para que pueda venir cualquier tipo de persona”, asegura.
También ofrecen un menú diario por 12 euros, que incluye bebida, pan, postre o café, y combina platos mexicanos con opciones españolas. “Normalmente hay tres primeros y tres segundos. A veces mezclamos: dos de aquí, uno de allá o viceversa. Hoy, por ejemplo, teníamos salmorejo, ensalada verde y mini quesadillas”, detalla.
La carta cambia por estaciones, adaptándose al clima y al apetito del momento. En verano, prefieren platos más frescos, mientras que en invierno pueden incluir sopas o recetas más contundentes. Además, disponen de una carta de desayunos y están trabajando para incluir servicio a domicilio a través de plataformas digitales. Por el momento, se puede hacer pedido y recoger en el local.
Decoración con significado y ambiente auténtico
La decoración también refleja la identidad del restaurante. En las paredes destacan Catrinas y símbolos de la cultura mexicana. “Para mí, una Catrina representa que todos somos iguales por dentro. No soporto los roces ni el racismo”, comenta Elizabeth, quien recuerda un incidente en el que defendió a un camarero de color de un cliente que lo insultó por su aspecto. “La Catrina es un recordatorio de que todos somos lo mismo por dentro”.
La música suele ser mexicana, aunque a veces hay “luchas” internas por controlar la playlist. “Desde mediodía tengo bachata, y no puedo más”, bromea. A pesar de todo, el ambiente que se respira es cálido y cercano. “No en todo lugar te vas a sentir tan a gusto como en La Llorona”, dice con orgullo.
El restaurante ubicado en la Calle Av. Álvarez Guerra, 23 cuenta con un salón principal, barra y terraza, con capacidad total para unas 100 personas, según los permisos municipales. Abren de lunes a sábado, de 6:45 a 23:00 entre semana y de 9:00 a 23:00 los fines de semana, cerrando los miércoles. Se recomienda reservar especialmente los fines, aunque ahora en verano suele haber sitio por la terraza.
Para reservar los clientes pueden contactar con La Llorona a través de su Instagram @lalloronaalcazar o llamando a los teléfonos 926 70 20 06 y 691 14 54 68
Inspiración y raíces
La inspiración culinaria de Elizabeth no viene de grandes chefs, sino de mujeres valientes que cocinan en la calle. “En México, muchas mujeres que hoy venden tacos en la calle lo hacen porque han dicho ‘basta’ a situaciones machistas o de violencia. Esa fuerza es la que me inspira”, explica. También recuerda con cariño las “sodas” en Costa Rica, pequeños negocios familiares donde se cocina en el porche de la casa. “Eso me marcó. Una señora con Parkinson seguía palmeando empanadas como si nada. Esa pasión, esa dignidad, es lo que yo quiero transmitir”.
Con la mirada puesta en el futuro, La Llorona ya prepara su primer aniversario, que se celebrará el 31 de octubre de 2025. La fecha no es casual: coincide con el Día de los Muertos en México, una tradición muy arraigada y significativa. Para conmemorarlo, el restaurante organizará una gran fiesta temática, con mariachis en vivo y un ambiente festivo donde los clientes están invitados a venir disfrazados. Una manera perfecta de celebrar no solo un año de trabajo duro, sino también la cultura, la música y el espíritu que les definen.
En definitiva, La Llorona no es solo un restaurante mexicano. Es un proyecto con alma costarricense, arraigado en valores de lucha, identidad, familia y autenticidad. Un lugar donde se cocina con historia, se sirve con cariño y se come con ganas.